El caso es que, en cierta manera, estamos marcados por nuestro destino(llamémoslo ADN) y por nuestras circunstancias, sean éstas socioambientales o culturales (¿memética?). O eso creo yo…
La lectura de un curioso artículo en Nature acerca de la proliferación de ‘omas (palabras científicas acabadas con el sufujo ‘oma que tratan de encapsular un foco de estudio) me lleva hasta la epigenética (estudio de los factores no genéticos que influyen en el desarrollo de un organismo). De ahí me voy a Piotr Kropotkin (el príncipe anarquista) tratando de ligar, de alguna manera, el apoyo mútuo con el gen egoísta, asignando a los factores externos un peso importante en el desarrollo de un organismo (el ser humano en este caso). Tan importante como, al menos, el 50%. Así, a ojo de buen cubero porque, como hipótesis, me parece tan razonable como cualquier otra… Y porque me sale de los cojones; porque nadie tiene ni puta idea de cuál es el peso de los factores ambientales (incluímos los sociales) en la manifestación de lo que nuestro ADN tiene deparado para nosotros.
Mi línea de pensamiento (sí, a esto me dedico un viernes por la noche) se dirige a los memes. Tras leer el susodicho artículo de Nature me pregunto porqué no los han llamado memeomas o memomas (menos mal, hay que decir). Estudiadas por la memética: una protociencia, es decir, una ciencia basada en una hipótesis, que, si bien es consistente en su conjunto, no ha sido demostrada empíricamente en su aspecto crucial.
A lo que iba (cómo divago hoy), lo que trato de comprender es el impacto de los memes en las diferentes manifestaciones de un gen. Dicho así muchos creeréis que me adentro por una senda acientífica o, incluso, anticientífica. Pero dejadme explicarlo como si fuese un mecanismo de acción (MoA), aunque sin entrar en detalles aburridos…
Imaginemos que la música (H in New England de Max Richter, por ejemplo) provocara que el ADN de un bebé expuesto a ella otorgase a esta criatura el don de la música. Y me refiero a un don que yo no tengo. Hay gente capaz de hablar en música. Yo ni sé ni puedo. Me gustaría pero no sé.
Al meollo… no me refiero a una transmisión metafísica, sino a una explicación racional. Determinadas frecuencias de esa música alteran unas proteínas impidiéndoles metabolizar un catalizador que aceleraría noséquépollas. O la alterarían impidiendo que se nos desarrollase un neurotransmisor que modula las ondas acústicas de forma que entren en resonancia con lamadrequelaparió. ¡Qué sé yo! Es plausible y factible, aunque no demostrado. Creo que se ha intentado, pero buscad en pubmed que algo hay. ¿Quién cojones se dedica a: Comprehensive genomic analyses associate UGT8 variants with musical ability in a Mongolian population? Hostia puta…
Aunque, menos mal, tenía cierto temor a estar completamente loco cuando la búsqueda conjunta de music con epigenomic me ha devuelto un No Items Found. Menos mal que music y epigenetic me ha devuelto la esperanza.
El caso es que, en cierta manera, estamos marcados por nuestro destino(llamémoslo ADN) y por nuestras circunstancias, sean éstas socioambientales o culturales (¿memética?). O eso creo yo…
Ahora que ya he llegado a los 40.
40. Lamadrequemeparió…
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