Pensamientos atravesando los anillos de Saturno

Noche. Escuchando The Planets (Los Planetas) op. 32, la obra más conocida de Gustav Holst, compuesta entre 1914 y 1918.

Mis gatos, el Tontu y la Gatulina, duermen después de zamparse su comida de capricho. Los tengo malcriados: no sé cómo seré como padre (si logro llegar a serlo, claro). Me vienen a recibir cuando llego a casa, duermen acurrucados junto a mí en la cama, se sientan sobre mi regazo cuando leo, se apartan airados cuando trato de acariciarlos, pisotean el teclado del ordenador cuando escribo, me llenan la casa de pelos… adorables.

Día solitario. Encerrado en mí mismo. Luchando contra mi ansia, mi urgencia, mi impaciencia… Tratando de serenarme solo. De estar bien conmigo mismo sin hacer nada. Hoy ni gimnasio, ni patines ni correr. Sin excusas. Yo solo. Conmigo.

Mirando una y otra vez el increíble paseo por Saturno que acompaña esta entrada. Fascinado por el Universo. Por lo pequeños que somos. Por lo estúpido de mis problemas. Por lo estúpido que puedo llegar a ser a veces…

Saturno es un esferoide ovalado compuesto por un núcleo rocoso helado rodeado de Hidrógeno líquido que gradualmente se convierte en una atmósfera gaseosa de unos 30.000 Km de Hidrógeno y Helio. Vamos, que no tiene superficie: lo que vemos es la atmósfera.

Ésta sigue un patrón de bandas paralelas debido a fuertes corrientes de viento que la azotan de forma constante. De vez en cuando se observan espectaculares tormentas que pueden llegar a durar meses, alterando notablemente su aspecto.

Saturno, además, cuenta con unos 61 satélites (lunas, vamos); aunque este número no es del todo seguro (el último fue descubierto por la sonda Cassini-Huygens en 2009).

Pero lo más impresionante de Saturno son sus anillos: cinturones de partículas y agua helada de diferentes densidades. Su distribución en un plano se debe a una combinación de fuerza gravitacional y fuerza centrífuga que provoca que cada partícula tenga su propia órbita, aunque a veces, esta órbita se vea alterada por el paso de sus satélites. Su grosor va de unos pocos metros hasta un kilómetro como máximo…

Mis ojos y mis pensamientos vuelan erráticos a través de los anillos y me sorprende la estupidez de los que se creen a pies juntillas como un dogma de fe las hipótesis sobre la creación del Universo: cambian un dios por una demostración matemática a la que le faltan el 99’999999% de las incógnitas y pretenden erigir un nuevo templo antropocéntrico en el que el pueblo elegido (los humanos) somos capaces de comprender el todo.

Qué pequeños, ignorantes y ególatras somos. No me extraña que haya carteles electorales con un mesías alzando los brazos como el salvador de un pueblo y que nadie dimita por corrupción mientras nos roban descaradamente (perdón, aplican políticas de austeridad).  Hijos de puta.

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