despierto
estela de fuego en el cielo
la noche eterna abierta en canal
y en mi sueño una lágrima
una lágrima alada
despierto
las olas destruyen castillos de arena
el viento levanta monstruos de espuma
la resaca crea infinitos de nada
apuntalaban las estrellas
la muerte era mi huella
y en mi sueño una lágrima
una lágrima alada
despierto
la arena hiede
la mar regurgita
la vida coagula en las olas
la muerte danza en la arena
la mar está azul
la mar está roja
trocha rota en mil embelecos
arrullos trémulos al corazón
y en mi sueño una lágrima
una lágrima alada
despierto
efímeros y cerrados
Amanece y tu recuerdo me calma.
Los susurros del aire acarician mi cuello y conservo tus ojos como fuego en invierno.
Incluso he llegado a mordisquear tus lóbulos contemplando la luna,
A oler tu vientre imbuído de espuma,
A oir tus gemidos bañados de noche.
El dulce sabor de tu cuerpo arde lento en la bodega del pecio
Y mis manos te buscan con suave deleite.
Te encuentran, te tocan, recorren tus surcos.
Descubren que tú eres su cielo…
Tal vez, lo mejor sea no abrir los ojos.
Dejar que esa calima que cubre de espuma me cubra de sal.
La sal.
El sabor de tu piel sudada y mojada de mar.
La lengua que recorre cuchillas.
Esas cuchillas con las que hacemos la cama en las tardes de invierno.
No hay momentos más bonitos que las olas salvajes rompiendo su espuma.
Efímeros.
Como el tiempo, como las cuchillas, como tus ojos, como mis ojos.
Cerrados.
Todos cerrados.
hace tiempo…
hace tiempo…
las flores pintaban cuadros
las nubes llevaban miel
las olas siempre llegaban
cada sitio olía en mi alma
y tus besos erizaban mi sed
pero la noche se ha quemado
y mis playas añoran tu sal
y la luna siempre está quieta
y la angustia nunca se va
muerte transparente
muerte transparente
olores de ultratumba
agua
arena
espuma
estrellas esquivas que danzan las olas
la mar y sus olas
tan suave
tan grande
tan brillante
traidora
tu amor lo padecen los acantilados
un beso
otro beso
y otro…
hasta que mi muerte nos separe
silencio
pregunto al desierto
silencio
pregunto los árboles
silencio
pregunto al aire
silencio
¿dónde está mi princesa?
silencio
silencio!
puedo oir como mueren las historias.
blancas dunas devoran oasis negros.
negros como la sangre seca del dolor muerto.
y olores corruptos de bellezas marchitas encerradas en urnas de plomo.
creí que la mentira era el cimiento más sólido.
ataúdes perversos que cobijan al trueno del olvido.
los colmillos, de noche, necesitan recuerdos que sepan a vida.
pesadillas que malcierran profundas heridas.
el horror.
dame la sangre y la noche.
dame la muerte y un beso.
los secretos, las mentiras y las esperanzas.
dámelo todo.
o mejor no me des nada.
ya es demasiado pronto.
añoro las nubes y el frío.
añoro las risas, el río y al niño.
pero sobre todas las flores,
sobre todas las nubes rojas,
sobre el lago de hielo,
te añoro a ti.
nada
vagar sobre la hierba.
rora en noches de eclipse.
héroes sin hazañas
bañados en cicatrices.
perdido en el tiempo.
destellos golpean enmarañados los ojos.
no hay entrada.
ni salida.
no hay nada
TQ
Tatuada en el resuello tu imagen
Emana dolorosa impaciencia.
Quizás la credulidad era un tesoro,
Un armazón con techumbre.
Instigado por latidos caóticos
Escapar no es suficiente.
Ritos de la derrota:
Oraciones en soledad.
Atinan los colmillos el ataque.
Melodías de la tortura.
Océanos sin islas.
Réquiem en loor de la serenidad.
Muchas heridas mal cicatrizadas.
Implorando tus palabras.
Obcecado en tu querencia.
¡Y no quiero un cubil!
Lejana siento la razón,
Oprimida por borbotones en el pecho.
Siniestros presagios no asustan.
Augurios que llaman al terremoto.
Bendita tú seas.
Encogido, entre tus labios,
Sacrifico, de lo demás, todo.
una vez fui otro.
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