Esta es mi red social.
No importa, estás a punto de descubrir la «locura» desde una perspectiva radicalmente diferente a todo lo que sabías hasta ahora.
Aquí no apelo a que empatices con unas personitas con problemas de salud mental.
Aquí vas a descubrir cómo son las aventuras emocionales de estas personitas. Personitas que se transforman en monstruos. Pero esto no va de víctimas. Yo no soy una víctima. Tampoco soy un verdugo. Yo estoy tan loco como mis aventuras. Y las llamo aventuras porque son aventuras. Son relaciones tóxicas y salvajes.
¡La puta INTENSIDAD!
Porque eso soy yo: una persona con problemas de salud mental. Que siempre está rodeado por otras personas con problemas de salud mental. Problemas importantes. Diría Clúster B, que queda muy cool. Pero leyendo el CIE10 (CIE-10 Capítulo V: Trastornos mentales y del comportamiento) reconozco a tantas personas que revolotean de alguna manera a mi lado que os preguntaréis si no seré yo también una.
La respuesta es sí, lo soy. Yo también tengo problemas. Pero no soy un paciente ni un enfermo. Soy así y punto. No necesito ayuda. He aprendido a manejarlo solo. No os lo diré; estos trastornos mentales no son tan evidentes como para colgarles una etiqueta fácilmente. No hay nadie que muestre sólo los rasgos de una patología concreta. Ni nadie que los muestre todos. Todos tenemos una mezcla de muchos rasgos, con muchas manifestaciones. Las que traspasan la línea del trastosrno son las que suponen algo malo para la propia persona, su entorno o la sociedad.
Pero si logras controlarlo, ¿eres un enfermo? Si sé controlar mis locuras puedo decir que estoy enfermo? ¿O que no lo estoy? Que no lo estoy digo. Y punto. Pero lo estoy. Y cuando estoy con personitas con su propio trastorno las cosas se ponen intensitas y acaban en dramas venenosos y violentos. En ambos sentidos. Yo creo que, la mayoría de las veces, cedo más; pero seguro que es sólo una disociación incosnciente. Seguro que soy un monstruo.
Lo soy.
Ellas lo saben.
Yo lo sé.
Lo siento.
Seguimos.
