Supongo que te enteraste de la misión DART (Double Asteroid Redirection Test), una misión espacial cuyo objetivo era estrellar una sonda espacial contra el asteroide Dimorphos, satélite de Didymos en sistema binario, para probar si la energía cinética del impacto de una nave espacial podría desviar con éxito un asteroide en curso de colisión con la Tierra.

Si te preguntas si funcionó, la respuesta es que sí; lo que seguro que no sabes es que esa misión requirió de uno de los modelos de Inteligencia Artificial más complejos y flexibles que se hayan desarrollado jamás. Vamos a ver a qué retos tuvo que enfrentarse esta misión.
Pongámonos en contexto: Dimorphos es un asteroide de unos 160 metros de diámetro, orbitando a 1000 metros de Didymos (780 metros de diámetro), y viajando a unos 13.000m/s en órbita solar. La ventana oportunidad para estrellar la sonda contra Dimorphos se daba a 11 millones de kilómetros de la Tierra (más de 11 minutos de retraso por sentido en las comunicaciones con la Tierra).

La sonda DART viajaba a 6.600m/s guiada por su cámara DRACO, que eran los «ojos» del sistema de navegación SMART Nav, la Inteligencia Artificial que debía dirigir a DART contra Dimorphos cuando estuviese a menos de 89.000 Km de distancia.
Hay que tener en cuenta que SMART Nav debía meterse en una computadora que iba en la sonda DART (600Kg), junto con los propulsores de iones, el rastreador de estrellas, un sensor solar, la cámara DRACO y los paneles solares (22m2). Esta computadora tenía la capacidad de una PlayStation 1 (de hace más de 20 años).
Ver los detalles de SMART Nav aquí.
Curiosamente, en ningún momento hablan de SMART Nav como Inteligencia Artificial, sino como modelo de navegación autónomo.


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